sábado, 4 de febrero de 2012

MENSAJE DEL SEÑOR JESUS 19 DE ENERO DE 2012

MENSAJE URGENTE, URGENTE, URGENTE
DE + JESUCRISTO  + JESUCRISTO  + JESUCRISTO
REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES,
DEL CIELO, DE LA TIERRA
Y DE TODA LA HUMANIDAD


19 DE ENERO DE 2012
HORA: LA QUE ESTAIS VIVIENDO
MEDELLIN, COLOMBIA
PEQUEÑOS NIÑOS DE MI CORAZON PATERNAL,
YO, JESUCRISTO, REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES,
SIGO OBEDECIENDO Y HACIENDO,
LO QUE MI SANTA MADRE MARIA, MADRE DE LA IGLESIA,
NOS DICE A MI Y A USTEDES QUE DEBEMOS HACER

¡Oh! pequeños niños de mi Corazón Paternal, Yo Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, me sigo manifestando para todos vosotros; humanidad entera.  Ya muy pronto tocaremos por última vez la puerta de vuestros corazones, para deciros a cada uno: Arrepiéntanse, arrepiéntanse, arrepiéntanse, porque ya no habrá mas tiempo para cometer pecados de toda índole.  Les hemos llamado desde hace siglos y todavía Yo Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores, les sigo llamando al arrepentimiento.  Los exhorto urgentemente a que no dejen para mañana, lo que puedan hacer hoy.

Mi santa Madre María, Madre de la Iglesia que sois cada uno de vosotros, me dice: ¡Hijo mío, que momento mas maravilloso, y ahora que la cosecha está madura, para que muchos de mis hijos, que dicen llamarse hijos de Jesús y de María, evangelicen por todas partes, y que vayan con las tinajas llenas de nuestro rico y dulce manjar, que son nuestras santas y sencillas palabras, explicadas palabra por palabra, del Antiguo y del Nuevo Testamento!.

Hijo mío, Hijo mío, ya es hora Hijo mío.  Mi corazón se estremece muy fuertemente como un terremoto de 10 puntos en la escala de Richter, al ver como todas las consternaciones de la naturaleza se van cumpliendo una por una y seguida la una de la otra, ya son gemelas inseparables, para no dejar espacio alguno en que los acontecimientos se dejen de dar.  Ya todos están rodando como los tsunamis, con sus olas a mil metros de altura, y muchos de mis niños no se han dado cuenta del peligro en que se encuentran.

Hijo mío, Hijo mío, Hijo mío, ¿Qué podemos hacer Tu y yo para que muchos no se pierdan en pecados tan horribles, como ahora los están cometiendo?

Hijo mío, mi dolor nuevamente empieza a agudizarse como en el tiempo de tu purísima y Santa Pasión, cuando por las calles de la amargura, te blasfemaban, te abofeteaban y te herían cruelmente.  Estos son instantes muy dolorosos para mi pobre humanidad, y tantos, que entre mas corre el tiempo, mas aperezados para cambiar de manera de vivir, son igualitos y hermanos de los hijos de Sodoma y Gomorra.

Hijo mío, Hijo mío, Hijo mío, amor de mis amores, te cuento que mi santo y divino corazón se estremece de aflicción, de ver tantos hijos míos en el mundo entero, llamados hijos de la luz, hijos de Jesús, hijos de María, que nos aman, mas no creen en nosotros.  Ellos creen en lo que ellos dicen creer, mas no creen en profecías de amor, preparación, advertencia, aviso, milagro y castigo.  Y ni viéndome llorar lágrimas de sangre, ni así creen, dicen que fue un loco salido quien sabe de donde, que la pintó, para así hacer creer tal cosa.

Hijo mío, se que Tú sientes lo que yo estoy sintiendo, un dolor tan grande por los que hablan de nosotros, mas no creen en nuestras advertencias.  Mas mis lágrimas de sangre, también se extienden como tsunamis de olas altas, para purificar y arrancar cualquier signo, por pequeño que sea, de incredulidad para su purificación.  Hijo mío, me da pena que esto deba de suceder así, que se tenga que utilizar fuerzas dolorosas, para que puedan entender que mi santa sangre y la suya unida a la mía, no queden en vano.

¡Oh! Hijo mío, me duele teneros que confiar mis quejas de dolor, por mi pobre humanidad, tan agobiada y doliente que ni así, oyéndome habar, ni así se conduelen de mis humildes y sencillas lágrimas de sangre.  Pero mira Hijo mío, No, no y no nos podemos quedar aquí, debemos continuar nuestro recorrido por todo el mundo,  Mira Hijo mío, que tenemos muchos a nuestro favor y con la ayuda de ellos, traeremos a los otros a nuestro lado, sea como sea, ¿verdad, Hijo mío?  Que no se nos quede nadie de buen corazón que se decida por nuestros dos corazones.

Perdón Hijo mío, por confiaros los secretos de dolor que hay en mi amargo corazón.  Me siento bien cuando estos secretos son revelados a través de tormentas de llanto divino y mas cuando Tú, Hijo mío Jesucristo, me abrazas fuertemente con el amor de Mi Padre Dios y con estos besos apaciguas las tormentas que fluyen de mi corazón amantísimo.  Gracias Hijo mío Jesucristo, mis labios no pueden dejar de pronunciar estas palabras de poderío, Rey de reyes y Señor de señores, del cielo, de la tierra y de toda la humanidad.  Y en estas dulces y claras palabras, seguiré repitiendo: “He aquí la humilde sierva del Señor, hágase en mi, según Tu Palabra”, y siempre les seguiré diciendo a todos: ¡Hagan lo que El les diga que hagan.  Amén. Amén. Amén.

Instrumento anónimo
Medellín, Colombia

No hay comentarios:

Publicar un comentario